martes, 13 de abril de 2021

OTRA VUELTA DE TUERCA (JOHN CARPENTER'S VAMPIRE)

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En los últimos tiempos, innumerables series y películas de vampiros y zombis llevaron a la parodia un género fundante del séptimo arte. El burgués, al parecer, se ha propuesto reír del monstruo en vez de temerle. Esto no debería sorprendernos: cierto bachiller, de cuyo nombre no quiero acordarme, se jactaba de ver molinos ahí donde los héroes ven gigantes. Esta es una vieja, triste, historia que empezó en un banco de plaza de Florencia o Génova. Desde entonces, para el burgués, dueño hoy del mundo, todo es motivo de burla.

En nuestros días, no hay nada sagrado, ni siquiera para el cine*. Lo desconocido, lo inexplicable, es un estorbo. Los monstruos, cuyo reconocimiento suponía una iniciación y renacer del héroe y cuya muerte implicaba un costoso sacrificio, son suprimidos hoy como una simple plaga. Su existencia misma es vulgarizada mediante una explicación grosera de su origen, por medio de torpes devaneos pseudocientíficos: un virus, una alteración genética fruto de la radiación, un fallido experimento de laboratorio, cualquier cosa que no tenga que ver con la existencia del mal. Y ahí aparece John Carpenter’s Vampires.

Una mirada ingenua de esta película podría llevarnos a creer que Carpenter condesciende a participar del vicio que acabamos de denunciar, pero estamos ante otra vuelta de tuerca de este director**. El primer acto de JC Vampires nos muestra una cacería de no muertos muy curiosa. Todo el proceso, a plena luz del día, se lleva a cabo de modo mecánico, con toda la apariencia de un proceso de producción fordiano. La heroicidad se ve reemplazada por un gesto de tedio, acaso de alienación; el control es absoluto y sólo la falta de eficiencia y profesionalismo conlleva al daño colateral. De hecho, Jack Crow, el protagonista, no es más que un mercenario cínico y despótico, al parecer, desangelado, muy alejado de la figura primordial de Van Helsing.

Pero ese es el primer acto. La aparente concesión de Carpenter a la vulgarización del monstruo no es más que un disfraz. La verdadera acción comienza cuando el mecanismo de cacería, poco menos que aséptico, se desmadra. El vampiro, ese “espía secreto de Dios***”, se revela entonces incontenible, saliéndose de la línea de producción fordiana. Su costado diabólico tienta la corrupción humana, separa al amigo del amigo, y su muerte, finalmente, exige el sacrificio inevitable del héroe.

 La vuelta de tuerca de Coarpenter parodia a la parodia misma para restituir al monstruo su papel primogenio y legítimo.        

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*Hace poco supe que el negativo de Nosferatu fue destruido por la empresa que produjo la película para evitar no sé qué problema pecuniario.    

**Una señal inequívoca de que esta conseción no existe es el énfasis en la firma del autor, que aparece en el título mismo de la obra.

***Abelardo Castillo, en el ensayo "Los monstruos tutelares", del libro "Las palabras y los días." 

viernes, 12 de marzo de 2021

OLVIDAR PRAGA

 

.....Después de larga espera, Olvidar Praga será, por fin, editado por Gogol. Modificado con los años (con algún que otro cuento que quedó en el camino y algún otro un poco más nuevo). El mismo, pero distinto, como cada una de las criaturas de este mundo, sale al camino en busca de su propios molinos de viento.

viernes, 12 de febrero de 2021

SIMETRÍAS

 

Pasto clavel, una alternativa forrajera para el NEA - INTA Informa 

 

"Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno..."

Don Quiijote, 2, XXXII

 

Y si canto de este modo

por encontrarlo oportuno

no es para mal de ninguno

sino para bien de todos

Martín Fierro, 2, 33

martes, 19 de enero de 2021

PARÁBOLA DE LA CEBOLLA

 

La cebolla y sus milagros | Mariela TV

Podríamos llamarla la parábola de la cebolla… El mundo es una gran madeja, amigo mío. La suponemos enredada tan sólo porque nos asusta que se trate de una complejidad ilusoria; nos asusta que no haya nada que comprender. Analizar esa madeja en busca de la verdad consiste en tirar lentamente de la punta visible, como una hilandera; corromper su topología en busca de su invisible música, de la presunta armonía de los astros. A medida que avanzamos, todo parece simplificarse, hacerse más ordenado... racional... humano… Nos embarga entonces un optimismo engañoso. No nos damos cuenta, amigo mío, de que al final de ese proceso banal, no ha de quedarnos nada… Absolutamente nada.

viernes, 11 de diciembre de 2020

EL AJENO

 

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Conocí al ajeno por azar. Esta expresión, tantas veces usada a la ligera, no puede ser más exacta; sólo por azar, en el sentido más estricto, puede uno conocer al ajeno. Una tarde cualquiera entré a mi biblioteca vacía (o que suponía vacía) y me lo encontré sentado ante mi escritorio. Nada en él, salvo su imposible presencia, era llamativo. Daba la impresión de ser un hombre más bien vulgar, con algo de intelectual venido a menos y de oficinista anticuado. Mostró él una desganada sorpresa al verme; me explicó que ese era, claramente, su turno de ocupar la biblioteca y, por ende, la inconveniencia de mi irrupción. Ante mi queja burguesa, se encargó de desasnarme en tono burocrático: desde tiempo inmemorial, todo ajeno ocupa las habitaciones de su involuntario anfitrión en su ausencia y un obstinado plan cósmico evitaba el tipo de encuentros desagradables que acababa de producirse. Ante mi estupor, me preguntó, sin ironía alguna, a qué había adjudicado yo, hasta entonces, la suma de pequeñas inconsistencias de mi realidad cotidiana:  la pérdida o rotura inexplicable de algún utensilio de menor importancia, el movimiento casi imperceptible de ese incómodo adorno (regalo de un tío o cuñado), el gasto siempre desmedido de tabaco, café o yerba mate en la casa… Mucho debí preguntar esa tarde, y no lo hice. Una temerosa inquietud, una vaga congoja, estuvo presente todo el tiempo que compartí con el ajeno en ese, nuestro único encuentro; no tardé en dejar la habitación, urgido por la sospecha de una imprecisable profanación. De más está decir, que no volví a ver al ajeno; durante meses, adquirí la estéril, absurda, previsión de golpear antes de entrar, aun sabiéndome solo en casa. Algunas tardes de hastío, no sé si con la intención de escapar de mi melancolía o de solazarme en ella, pienso en ese hombre gris y especular, condenado a compartir mis íntimos espacios, mi adocenada rutina y mi soledad…

 

OTRA VUELTA DE TUERCA (JOHN CARPENTER'S VAMPIRE)

En los últimos tiempos, innumerables series y películas de vampiros y zombis llevaron a la parodia un género fundante del séptimo arte. El ...